Esta danza femenina, algo fría y guerrera, data del siglo XVI, y procede del pueblo de Aguilar de Codés. Íntimamente ligada a la Cofradía de Ballesteros de San Juan, en Torralba del Río, podríamos explicarla a través del ritual que las mujeres del medievo protagonizaban durante la espera que implicaba la guerra. Ante la ausencia de los hombres, embarcados en la persecución de los forajidos, las mujeres se preparaban para la defensa del pueblo en torno a la luz del candil (las tradicionales candiladas), sustituido para la ocasión por una hoguera simulada. El hecho de que esta danza se baile en la noche de San Juan, le da un sentido de ritualismo místico-bélico.
La coreografía que se baila actualmente, fue compuesta por Paco Beruete, y está inspirada en la interpretación que un grupo folklórico de Pamplona hizo de la fiesta de San Juan en Torralba del Río y la bailó por primera vez en el año 1959, el grupo de danzas municipal de Estella.
Provistas de ballestas, las chicas salen con delicadeza y suavidad, hacia la hoguera, alrededor de la cual trenzan unos pasos, simulan una lucha y vuelven a ejecutar unos pasos formando cruces y círculos antes de salir de escena. La rara bravura que encierra la música, a cuyo compás se mueven las danzaris, da al baile un aire majestuoso de severidad que realza el grave y monótono compás del tambor.
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